miércoles, 9 de julio de 2014

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia

Pero tenemos que desprendernos de todo lo que no sea de Dios, y perdonar y pedir perdón, olvidar nuestra afrenta, y hacer olvidar las que cometimos nosotros. Debemos examinarnos con humildad para poder ver lo que ha provocado en nosotros la lucha que estamos sosteniendo, que en la mayoría de los casos, cuando nos venimos a dar cuenta, terminamos destruidos, "Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago" (gálatas 2:18)

"No [dejemos] que nuestras pasiones combatan en nuestros miembros; no seamos tal vez hallados luchando contra Dios (Hechos 5:39b)

Lo que está claro, es que un hijo de Dios, distingue la justicia del mundo, de la justicia de Dios.

La justicia de Dios es perfecta, y a su tiempo será hecha; incluso a veces nos sorprende cómo se manifiesta en una determinada situación, sin que lo esperáramos. Pero si nos dejamos llevar por nuestra ira, haciendo nuestra propia justicia, por no esperar a la perfecta justicia de Dios, que es misericordiosa, es como si no creyéramos en ella. Por tanto, no esperemos después, que Dios ejerza su justicia misericordiosa con nosotros.

Si en nuestra ira, hacemos nuestra justicia, con esa misma justicia seremos juzgado.


"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"
(Mateo 5:7)


Dios quiere reinar en todas tus decisiones. Él quiere que cada vez que tomes una decisión, sea el primero al que recurras. Él no quiere que probemos otras opciones y le busquemos como último recurso, pues esto trae consecuencias y tendremos que sufrirlas. MBM
Diego.

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