UNA GRAN LECCIÓN
(Mateo 14:15-16)
"Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer."
La hora de la cena, suele ser un momento de intimidad familiar, un momento en el que compartes con los tuyos.
Nos encanta estar en intimidad con la familia, tenemos tendencia a fabricar momentos en que esto se haga realidad, son momentos perfectos. Pero esta forma de compartir, nos hace apartarnos del resto, nos hace acostumbrarnos a la comodidad familiar. Desde el punto de vista carnal, esta actitud es muy lógica, pero desde el punto de vista de un hijo de Dios, es una forma de hacer acepción de personas. Como congregación estamos llamados a abrirnos a otras personas con necesidad de Dios, tenemos la obligación de llevarles la palabra de Dios, las buenas nuevas.
Al leer el pasaje de (Mateo 14:15-16), se me ocurre, que los discípulos, tratando de hacer que la multitud que seguía a Jesús se fuera a su casa, a parte de poca fe, tenían muchas ganas de sentarse alrededor de Jesús a la luz de la luna, y sentir el privilegio de escuchar la maravillosa palabra que salía de la boca de su amado Jesús.
Recordemos, que esto mismo escogió María, sentarse a escuchar lo que Jesús decía, mientras su hermana Marta era amonestada por Jesús, por estar tan afanada en servir a los que allí escuchaban.
En este pasaje, parece como si Jesús cambiara su forma de pensar, pues Él mismo reconviene a sus discípulos diciéndoles que les dieran ellos mismos de comer.
No es que Jesús se contradiga, Él es perfecto, sino que como dice en (Eclesiastés 3:1)
"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora", y este era claramente el tiempo de llevar a la práctica, todo o parte de lo que habían aprendido en esos momentos de intimidad.
¡¡¡Qué gran lección de nuestro gran Maestro!!!
(Mateo 14:15-16)
"Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer."
La hora de la cena, suele ser un momento de intimidad familiar, un momento en el que compartes con los tuyos.
Nos encanta estar en intimidad con la familia, tenemos tendencia a fabricar momentos en que esto se haga realidad, son momentos perfectos. Pero esta forma de compartir, nos hace apartarnos del resto, nos hace acostumbrarnos a la comodidad familiar. Desde el punto de vista carnal, esta actitud es muy lógica, pero desde el punto de vista de un hijo de Dios, es una forma de hacer acepción de personas. Como congregación estamos llamados a abrirnos a otras personas con necesidad de Dios, tenemos la obligación de llevarles la palabra de Dios, las buenas nuevas.
Al leer el pasaje de (Mateo 14:15-16), se me ocurre, que los discípulos, tratando de hacer que la multitud que seguía a Jesús se fuera a su casa, a parte de poca fe, tenían muchas ganas de sentarse alrededor de Jesús a la luz de la luna, y sentir el privilegio de escuchar la maravillosa palabra que salía de la boca de su amado Jesús.
Recordemos, que esto mismo escogió María, sentarse a escuchar lo que Jesús decía, mientras su hermana Marta era amonestada por Jesús, por estar tan afanada en servir a los que allí escuchaban.
En este pasaje, parece como si Jesús cambiara su forma de pensar, pues Él mismo reconviene a sus discípulos diciéndoles que les dieran ellos mismos de comer.
No es que Jesús se contradiga, Él es perfecto, sino que como dice en (Eclesiastés 3:1)
"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora", y este era claramente el tiempo de llevar a la práctica, todo o parte de lo que habían aprendido en esos momentos de intimidad.
¡¡¡Qué gran lección de nuestro gran Maestro!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario