sábado, 1 de febrero de 2014

EL AYUNO




"Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa"(Gálatas 5:16)





 
 
   Cuando ayunamos, estamos sometiendo nuestra carne, de manera que, estando la carne limitada, damos lugar al espíritu.
   Este sometimiento empieza en nuestra mente, así, cuando el ayuno se convierte en una costumbre en nuestras vidas, aprendemos a ignorar los caprichos de la carne, a mantenerla a un lado, callada, sometida.
    El diablo, suele aprovechar nuestra concupiscencia en la carne para tentarnos, por tanto, teniendo la carne controlada por el Espíritu, casi sin darnos cuenta, empezamos a dejar de dar lugar al diablo, para dar lugar al Espíritu Santo, viviendo por tanto en el Espíritu, en el poder del Espíritu Santo.

"Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer;
pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa, vivirán"(Romanos 8:12-13)

 
   Al final, de la misma manera que un niño es educado acostumbrándolo a no darle todo lo que quiere, hasta que al final el niño se conforma, nuestra carne es educada, sometida y poco a poco controlada. Así, cuando nos vengamos a dar cuenta, seremos una luz que brille a los ojos del mundo, liberando el poder de Dios en nosotros, porque ya no seremos nosotros, sino Cristo en nosotros.

"Yo, por mi parte, no corro a ciegas ni peleo como si estuviera dando golpes al aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros"
                                                         (1ª Corintios 9:26-27)
MBM.

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