lunes, 28 de abril de 2014

DISFRUTA DEL CAMINO



CAMINANDO HACIA LAS ALTURASRecuerdo aquella película de los 80, en la que un muchacho, que era maltratado por unos compañeros del instituto, decidió aprender, para defenderse, un arte marcial llamado Karate. Su maestro era un anciano, oriental, que sabía mucho sobre esta forma de defensa. La sorpresa del chico fue, que en su entrenamiento, durante semanas, lo único que este anciano le enseñaba era limpiar la casa; abrillantar  coches, dando cera y puliendo; pintar vallas y un sinfín de trabajos que para nada tenían que ver con el entrenamiento de un buen karateca. Aún así, el chico obedecía, no sin ir perdiendo poco a poco la motivación y la esperanza de poder aprender a defenderse. Cuando empezó a quejarse de que esto no era lo que el necesitaba, el anciano le hizo una demostración de cuánto había aprendido en ese tiempo haciendo aquel tipo de trabajo. De repente se encontró, sin saber cómo, que podía realizar los movimientos básicos de ese arte marcial.

De la misma manera nos ocurre a los cristianos. Cuando nos convertimos, y aún cuando llevamos tiempo en el Señor, queremos ponernos a trabajar directamente en el "frente de la batalla" , -Todo lo puedo en Cristo- decimos, y es verdad, un Cristiano genuino, lo puede todo en Cristo, porque precisamente caminamos en Cristo, pero...¿Cómo trabajamos para Dios?¿A nuestro modo, según nuestra sabiduría?¿O según la sabiduría de Dios?, no porque pertenezcamos a la familia de Dios somos sabios o tenemos poder para hacer o deshacer o podemos tomar decisiones a la ligera. El hijo de Dios sabe que el poder que está en nosotros depende de nuestra disposición a obedecer a Dios, y sobre todo depende de que seamos mansos y humildes para reconocer que sin tener a Dios en cuenta, el poder y el ímpetu que demostramos no es de Dios, sino de nuestra soberbia. 
A veces, queremos comernos el mundo, salimos a la calle con la idea de hacer grandes cosas, de cambiarlo todo, pero a nuestra manera, como si tuviéramos carta blanca para hacer lo que creemos que es bueno.
Nos ocurre como aquel chico de la película, que quería  aprender a luchar y le pusieron a limpiar y a pintar. Queremos evangelizar delante de muchos para que se vea cuanta sabiduría ha puesto Dios en nosotros, y se nos pide que oremos en la intimidad con Dios; queremos predicar en estadios, y se nos dice que nos necesitan en el grupo de limpieza de nuestra iglesia; queremos cantar en el grupo de alabanza y nos ofrecen tocar un instrumento, que a nuestros ojos y por ignorancia, lo creemos insignificante. Y así, cuanto más pretendemos, menos conseguimos, porque no estamos preparados, aún está en nosotros ese ímpetu del viejo yo. Y como aquel chico, nos quejamos, nos desanimamos y desesperamos, sin saber, que todo forma parte del adiestramiento de Dios.
Cuando nos vemos ante trabajos que no nos gustan, podemos parar a pensar y darnos cuenta de que este es el momento adecuado para decir

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" .(filipenses 4:13)

Aunque no le veas el sentido a lo que te ha tocado, cuando pienses que eso no es lo que mejor se te da, párate y dispón tu voluntad a la voluntad de Dios, estarás aprendiendo: obediencia, paciencia, respeto por lo que creías que no era para ti, humildad, y todas estas cosas te estarán santificando sin que tú te des cuenta, y te edificará, y edificarás a otros que se animarán a seguir tus pasos. Cuando vengas a darte cuenta, estarás trabajando en aquello que tanto anhelabas, pero ahora sin aquel ímpetu, sin desechar lo de los demás, trabajarás con humildad, reconociendo que todos los hijos de Dios somos un cuerpo, cuyos miembros, todos son válidos y todos necesarios.
MBM.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que buena reflexión