miércoles, 30 de abril de 2014

¿EN QUIÉN ESTÁ TU FUERZA?


-Cristo, es mí fortaleza-

Cuando te dispones a tomar el camino de la santidad y empiezas a caminar en él, adquieres un nuevo sentido, un sentido espiritual que te permite percibir aquellas cosas que no se ven, pero que están ahí. Empiezas a moverte en un mundo sobrenatural, ese mundo a partir del cual, se diseñó el mundo que conocemos, pero que sólo es una sombra de lo verdadero, de lo real. Cuando apenas consigues ver tan solo un poquito de ese mundo, te das cuenta de lo ficticia que es nuestra vida, pues le damos importancia a situaciones y cosas que no solo no edifican, sino que además destruyen el espíritu.
 Hoy el Señor me ha mostrado porqué no hace grandes milagros para darnos paz en ciertas situaciones, y me lo ha mostrado ahora que puedo comprender por haber vivido la experiencia. Él permite ciertas situaciones para que viviéndolas, terminemos superándolas, para al final conocer el sabor de la victoria, eso sí, y para darle la gloria, porque en nuestra debilidad Él se ha perfeccionado. Pablo dice:
 "...cuando soy débil, entonces soy fuerte"(2ªCorintios 12:10)
y esa fuerza proviene de Dios, y esa fuerza es la que nos impulsa a seguir en el camino de la santidad, y esa fuerza es la que nos da la gran victoria. Así, aquella frase que dice: gozaos en las tribulaciones
"Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría"(1ªPedro 4:12),
cobra sentido, porque detrás de la tribulación está Dios, dándote la mano, para que en medio de ella camines con Él, con su fuerza, con su bendición, para que al final veas ese fruto apacible de justicia...
"Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados"(Hebreos 12:11).

 Gracias, mi Dios, te amo. Gracias, porque no me diste lo que te pedí, pues me hubiera perdido la bendición de producir frutos, Me diste algo mejor, la posibilidad de enfrentarme a todo contigo de la mano. Un placer estar a tu lado. En el nombre de Jesús.
MBM.

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