viernes, 24 de enero de 2014

 DIOS QUIERE NUESTRA DISPOSICIÓN NO NUESTRA CONTRIBUCIÓN



  Antes de nuestra conversión no había nada bueno en nosotros; lo que nosotros llamábamos buenas obras, ayunos, limosnas, misas, todo esto no lo era a los ojos de Dios. El origen de nuestra salvación está solamente en Dios; nosotros no nos podemos vivificar a nosotros mismos, como tampoco lo podía hacer Lázaro, pero en Cristo hemos sido escogidos para la vida; tan firmes como es este fundamento, tan firme es nuestra vocación; pero todo es gracia, porque nosotros a aquel que nos ha llamada y justificado no le podemos ofrecer nada en retribución.
                                                                        (efesios 2:8-9)
      Luego la justificación es también un don de Dios, regalado a nosotros sin merecimiento por medio de la fe; mientras que fuera de Cristo no se  puede encontrar ningún perdón; y esta verdad en efecto siempre ha sido enseñada a toda la iglesia cristiana por el Espíritu Santo.(Hechos 4:12)
    Las buenas obras deben ser fruto de la santificación. Cristo es el único rey, maestro, sumo sacerdote, y salvador; a Él sólo tenemos que escuchar; pero mientras que anteriormente le confesábamos con la boca, le negábamos con demasiada frecuencia por nuestras obras. Que los creyentes sean perseguidos encuentra su causa en que  ellos esperan en el Dios viviente. Ya Simeón dijo que Cristo había de ser para caída y levantamiento de muchos. Por sufrimiento debemos ser santificados para que lleguemos a parecernos más y más a Él.
     Dios ha impuesto la cruz a Cristo y a los suyos y la pasión de nuestro redentor era en todos sus aspectos infinitamente más dura que la nuestra; no debemos querer tener mayor suerte que Él.(Hebreos 12:3-4)
    Y qué consuelo es también que nada nos pueda suceder fuera de la voluntad de nuestro padre celestial. Tenemos que tomar todo lo que nos sucede de su mano, la mano que no es de un enemigo tirano, sino de un padre amante. Aquellos que nos persiguen son sencillamente instrumento en esta mano, mientras que ellos nos persiguen y nos odian, Él nos castiga para nuestro bien. (Proverbios 3:11-12)
    El redentor recibió la copa de pasión de la mano del padre y no de sus enemigos. Si queremos ser uno en Cristo, también tenemos que sufrir con Él. Nosotros éramos lobos, ahora debemos ser ovejas que no pueden hacer nada malo, que sólo pueden sufrir con paciencia...(Lucas 22-42)

(Por un siervo de Dios del siglo XV, en plena reforma)
MBM.

No hay comentarios: